Es común que por amor se entrega demasiado. Ofreces tanto que te olvidas de lo más importante, tú. Sin darte cuenta, vas creando un vacío en tu interior que crece de manera muy significativa con el tiempo. Te vuelves dependiente y comienzas a poner en riesgo tu inteligencia emocional.
No eres capaz de darte cuenta de ello porque, de eso se trata el estar ilusionado: “Obviar la verdad y seguir sonriendo, aunque todo sea una mentira.”
Encontrarás miles de excusas para justificar tu comportamiento ingenuo y asumir que tienes toda la razón. Al final, empiezas a construir una mentira que te convierte sólo a ti en alguien capaz de creerla.
Entonces, cuando llega la soledad comienza el espectáculo. No existen ruidos internos, ilusiones pasajeras, sólo tú y tu conciencia para juzgarte. Cuando tus lágrimas comienzan a caer por tus mejillas te darás cuenta que sufres y la causa de tan profundo sufrimiento no es la ausencia ni la soledad, sino la verdad acerca de ti. Una verdad que te hace caer, una que te arruina los sentimientos, una que desaparece tus deseos de mirar hacia adelante por un instante, pero una que con el tiempo te pone de pie y te ayuda a encontrar felicidad.
Todo, absolutamente todo lo vemos de la manera en que nos hace sentir mejor o de la manera que satisface nuestra forma de pensar. Pero, cuando se nos presenta la oportunidad de ver la realidad tal y como es, damos la espalda o nos vendamos los ojos para no enfrentarla y seguimos viviendo a ciegas porque así nos conviene un poco más.
Para hacerme entender mejor e ilustrar cómo gran parte de los seres humanos toman en cuenta sus valores sólo cuando les conviene, analiza esta pregunta:
¿Cómo te sentirías si alguien te dijera “te deseo en mi vida, pero en realidad no quiere
decir que te necesite en ella”?
Sin mucho tiempo a pensar, las respuestas serían todas muy similares: Me sentiría sin
importancia para esa persona, que no tengo nada de valor, poco especial, etc.
Pero, piensa en esto… De todas las cosas que tienes por las cuales has invertido tiempo,
sacrificio y dinero, ¿cuáles de ellas son necesarias y cuáles son puro deseo y ganas de
tenerlas?
Las cosas que tienes porque deseas y quieres muchas veces superan a aquellas que tienes porque en verdad son necesarias. Tienes más de veinte camisas distintas y un solo cuerpo, más de diez pares de zapatos y un solo par de pies, tal vez más de dos relojes y solo dos muñecas. Y todo eso lo tienes simplemente porque así lo deseas y no porque realmente es algo necesario para ti.
Si la pregunta te haría sentir poco importante, ¿Qué pensarían tus pertenencias de ti si algún día pudiesen pensar, razonar?
¿Por qué habrías de sentirte poco especial si alguien te desea en su vida, pero no te necesita en ella si en la tuya tienes más cosas por deseo que por necesidad? Aunque suene irónico, vivimos en un mundo en donde las cosas que tenemos porque así lo deseamos son más imprescindibles para sentirnos felices que aquellas que sí son necesarias e importantes.
Si, aunque suene un poco extraño y sorpresivo, ese es el mundo en donde vivimos. En donde todo gira al revés. Un mundo dominado por un sistema en el cual ha prevalecido la apariencia del ser. Un sistema en donde vale más superarse en riquezas materiales que alcanzar conocimiento e inteligencia para convivir en armonía y luego ir detrás de lo material.
El ser humano vive de una manera tal que sólo sigue la corriente del mundo sin cuestionarse el porqué de lo que hace y a cada cosa le agrega una gran porción de ignorancia para conseguir el engaño así mismo y evitar encontrarse con una realidad que por miles de años ha tratado de enfrentar cayendo en cada intento más profundo en el fracaso: “Somos parte de un proceso natural en el cual nuestra muerte es un mal necesario”.
Por qué morir y si existe algo más allá de nuestra muerte han sido las preguntas que han creado el vacío más grande dentro del ser. Es algo que ha llevado a nuestra especie a crear un sin número de estilos de vida y religiones basadas en ilusiones que alivian su penar y aumentan su ego.
¿Miedo a la muerte? Si la respuesta es un sí, demuestra que te encanta tanto vivir que no aceptas la idea de que algún día tendrás que dejar de hacerlo pero, ¿Estás viviendo de una manera tal que demuestras con tus acciones que eres digno de poseer el regalo de la vida?
Si te aterrorizas con el momento de tu partida pero no vives al máximo cada día puede que no hayas madurado mentalmente lo suficiente como para darte cuenta que existe un miedo más grande que este, y es no tener la fuerza de voluntad necesaria para luchar por las cosas que amas cuando se te presente la oportunidad y así evitar perderlas.
Reflexiona, no dejes que el tiempo siga pasando frente a tus narices sin hacer el intento de cambiar to realidad y vivir la vida que mereces.
¡Es tiempo de vivir y dejar de sobrevivir!
Johan Japhet Febrillet P